Hace un año comenzaba la mayor aventura de mi vida, llené dos maletas de cosas y mucho miedo. Iba a vivir un año fuera de mi casa y pensaba: ¿y si la gente no me cae bien? ¿Y si me olvido de cosas importantes que necesito? A la segunda semana ya me di cuenta que eso no era lo importante.
Viví un año en el que los conocidos se convirtieron en mi familia, y la maleta en mi mejor amiga. Los viajes se convieron en el pan de cada día. Le puse nombre a capitales de países que hasta ahora solo había leído en los libros de Historia. Comprendí la importancia de los free tour, la rentabilidad de los hostels y lo apasionante que es comprar un billete de tren para el día siguiente. Nos íbamos de viaje pensando en los sitios que ver, en las fotos que hacer, en los platos típicos que degustar y acabas dándote cuenta que eso es lo menos importante. Que el viaje es el instrumento oficial para estrechar vínculos. Que dos días de viaje son suficientes para ganarte la confianza de alguien. Y eso solo te da más ganas de viajar, de seguir avanzando.
Conocí sitios mágicos que no olvidaré como Estambul, Oslo, Estocolmo, Lubliana, Praga, Budapest, Atenas… incontables ciudades y experiencias.


Recuerdo en concreto un viaje que fue la mayor aventura del año. 1 furgoneta, 8 amigos, 10 días y 7 países recorridos. Google maps nos metió por un camino en medio de un bosque, por la noche, y la furgoneta no era capaz de subir el camino. Uno de mis amigos conduciendo y siete empujando, no había manera de que subiese. En otro de los países, en una de las aduanas intentaron hacernos entender que querían que les sobornásemos, y tuvimos que hacernos los tontos para salir del apuro😂
Al final, cuando te atreves a viajar puedes tener problemas pero siempre acabas riéndote de ello y creando anécdotas para recordar toda la vida.
Viajar es abrir los ojos, la mente, aprender, respetar, y sobretodo viajar da VIDA

@CLARA.PERMU

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